El parlamento ruso aprobó ayer la ley que prohibe lo que ellos conocen como "propaganda homosexual", que tiene como fin, entre otras cosas, suprimir el Orgullo Gay del país.
Pedro M. Bravo
Finalmente fue ayer cuando los legisladores rusos pusieron una mordaza a toda la comunidad LGTB para que no puedan luchar por sus derechos. Lo hicieron con la aprobación de la ley "anti gay" que llevan anunciando desde hace tiempo.
¿El objetivo? Prohibir lo que el equipo de Gobierno ruso llama "propaganda homosexual". Un buen eufemismo para poder sacar de las calles rusas cualquier tipo de reivindicación o protesta LGTB, como puede ser el Orgullo Gay, y para que los medios, sobre todo los de más alcance social como la televisión y la radio, no puedan emitir o divulgar situaciones relacionadas con los homosexuales.
Es por eso por lo que para las lesbianas, los gays, los transexuales y los bisexuales esta ley es toda una usurpación de sus derechos y, además, es toda una flagrante violación de la libertad de expresión, que ya de por sí deja mucho que desear en Rusia.
La jefa del Comité para Asuntos de la Familia, la Mujer y los Niños, Elena Mizúlina, definió en el anuncio del proyecto de ley que eso que llaman "propaganda homosexual" se refiere a "los llamamientos y la justificación del comportamiento homosexual", poniendo como ejemplos el Orgullo LGTB o muchos programas de televisión, los cuales, para el Ejecutivo ruso, "deben ser restringidos en la televisión, la radio o los espectáculos con libre acceso para los niños". Es decir, de nuevo la excusa para suprimir la libertad de expresión y el derecho de los ciudadanos es esa supuesta protección a los menores.
Sin embargo, en la lectura del texto aprobado no se ha definido categóricamente a qué se refiere esa "propaganda" y cuáles serán los comportamientos penados por la ley, así que los defensores de los derechos humanos ya han denunciado que se podría dar pie a que los policías, quienes formalizarán la sanción administrativa, interpreten libremente la ley y la apliquen arbitrariamente. La misma Elena Mizúlina aseguró que en una segunda lectura de la ley se precisará con exactitud qué será ilegal.
La diputada, que se define como socialdemócrata, ha sido la promotora de esta nueva legislación con la que intenta suprimir lo que ella conoce como valores homosexuales en lugares públicos, en favor de la tradición y los principios morales nacionales con respecto a las relaciones sexuales.
Esta ley no hace más que sentenciar y apoyar aún más las leyes homófobas que ya existen en muchas ciudades, como en San Petersburgo, una de las más importantes del país, que ya prohibieron hace tiempo protestas reivindicativas pacíficas como el Orgullo Gay.
La aprobación de esta ley discriminatoria por parte de la Duma llega en medio de enfrentamientos, sobre todo por los opositores y defensores de los derechos LGTB, quienes, como ya publicamos hace unos días, fueron agredidos cuando protestaban por la inminente votación del proyecto.
"Esto es un caso claro de histeria homofóbica. Rusia demuestra que avanza no hacia los valores europeos, sino hacia regímenes represores como Irán", aseguró ayer Vladímir Voloshin, redactor jefe de KVIR, una de las revistas más populares entre los homosexuales rusos.
Mientras, desde el Gobierno se defienden asegurando que es lo que quiere la ciudadanía porque la mayoría de los rusos "se opone categóricamente a que se intente confundir la orientación sexual de sus hijos". Una ciudadanía que es altamente homófoba según todas las encuestas y que, con este tipo de leyes, está destinada a continuar siéndolo.
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